lunes, 11 de marzo de 2013

Paredes de alfileres.


 Tras esa mirada fría hay lágrimas, tras esa sonrisa de irónica felicidad miedo. El muro cae mientras la música retumba en tus oídos destrozando la base del muro. Una nueva barrera aparece en tu garganta a modo de nudo mientras tus pulmones se hinchan para destrozarla y poder gritar. Pero no hay grito, no hay desahogo, solo un silencio inquietante, acompañado del sabor de la sangre en tu boca, causado por morderte la lengua repetidas veces. Pronto las lágrimas cesan para dar paso al dolor muscular resultante del sollozo continuo. Sin lágrimas duele más y más, y sin poder evitarlo la sangre llega a tus manos, las paredes de tu celda son golpeadas y arañadas sin cesar esperando poder encontrar una salida de ese laberinto.

Esperas y deseas que pronto lleguen las respuestas para saber que camino y que decisión tomar. La interminable sodomización de uno mismo o levantar nuevos muros

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