Un día cualquiera, te levantas de la cama y todas esas ganas de seguir luchando al pie del cañón se piran. Cogen la maleta con sus pertenencias, sueños, sentimientos, metas y desaparecen sin más. Tras una larga batalla sin siquiera pensar en la victoria para evitar hundirse mentalmente crees que lo mejor es una retirada. No se puede luchar contra "un imposible", un fantasma que ataca desde lo lejos y que por más que le lances todas tus armas sigue ahí, de espaldas a ti, sin hacerte el más mínimo caso con una risa malvada sabiendo que no podrás derrocarlo solo.
Un simple recuerdo es un arma potente para quien clava sus sentimientos en pleno corazón, quitarte ese cuchillo para seguir adelante es doloroso y solo tienes dos opciones. O te o quitas y te desangras o lo mantienes evitando el dolor, mientras quien te lo haya clavado siga ahí demostrándote que no solo sabe clavar lo que siente si no cuidar, fortalecer y sanar tu corazón. Nadie dijo que amar fueran todo placeres y ventajas.
Es difícil vivir sin ilusiones y más cuando se te pasean por la cara constantemente. Tal vez la opción fácil hubiese sido pasar de todo, pero a veces es como una droga y es difícil desengancharte. Incluso cuando crees haberlo hecho sigue empujándote al oscuro vicio. Y llegado el día que consigues quitarte el mono buscas otro mejor, más barato, más sano. Uno que nunca aparece.
Al final sabes que no hay nada fácil en la vida, tenga que ver con tus amigos, tus responsabilidades o tu corazón. Pero también aprendes que las piedras en el camino te enseñaran que puedes saltar sobre ellas o rodearlas y que si crees conveniente que vale la pena coger un martillo y partir la piedra por la mitad. El problema es que estoy perdiendo las ganas de levantar el martillo y la piedra que tengo delante de mi parece ser de adamantium y no una piedra normal y corriente. Tal vez abandone o tal vez me busque un taladro pneumatico para la piedra. Quien sabe... pero de momento no hay ganas de nada.
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